domingo, 27 de mayo de 2012

Apasionante explicación de la guía en la exposición "Miró y el mundo de Ubú"

Gracias a la implicación de profesores y estudiantes del colegio La Salle Gran Vía, las iniciativas culturales propuestas están empezando de forma muy digna. Aquí dejamos la foto que muestra a alguno de los asistentes a la salida de la exposición "Miró y el mundo de Ubú" el jueves pasado.



¿Preparados para la siguiente? Durero, Rembrandt y Goya nos esperan...


También tenemos que buscar una fecha para visitar en Madrid el Prado y el Reina Sofía, después de exámenes junio propondremos posibles días entre todos. ¡Feliz fin de curso!

lunes, 21 de mayo de 2012

Comiezan las "Jornadas Culturales de La Salle Gran Vía"

Esta semana comienza en el Colegio La Salle Gran Vía una experiencia piloto con la intención de testar entre alumnos y exalumnos la posibilidad de que en el curso siguiente, 2012/13, se pongan en marcha, durante todo el año académico, unas jornadas culturales que permitan fomentar la cultura desde diversas perspectivas. 
  • Miércoles 23 de mayo: empezaremos con el Club de Lectura a las 19.30 horas en la biblioteca del Centro. Ese día se establecerá entre los interesados el libro a comentar y el día y la hora convenientes.
  • Jueves 24 de mayo: A las 18.00 horas, visita guiada a la exposición "Miró y el mundo de Ubú" en el Palacio de Sástago.
  • Viernes 25 de mayo: Cine-forum en el Salón de Actos del Colegio. A las 19.30 horas se proyectará la película de animación Persépolis (2007).
¡Esperamos que sea de vuestro agrado!

sábado, 12 de mayo de 2012

Aunque la política cultural y educativa nos den la espalda...


Aunque la política cultural y educativa nos den la espalda, nosotros, los profesores, alumnos, familias y ciudadanos en general seguiremos preocupándonos por el fomento y disfrute de la cultura. Entre los despropósitos acontecidos en la Zaragoza actual, el cierre de los cines Renoir es la última de las muchas consecuencias de nuestro “apreciado” sistema. Es por ello que un grupo de profesores, alumnos y exalumnos del Colegio La Salle Gran Vía decidimos acudir el Jueves pasado, último día de proyección, a los Renoir para ver la película de Paula Ortiz De tu ventana a la mía. En la conversación que surgió posteriormente empezamos a establecer las bases de la apertura de un cine-forum en la ciudad que permita generar un nuevo espacio de debate y diálogo cultural en Zaragoza.
Aquí dejo la noticia del Periódico de Aragón en la que nos mencionan en el último párrafo. Espero que la ilusión por hacer lo necesario para revitalizar la cultura en Aragón nos llene de energía para afrontar los retos que se nos presentan. Enhorabuena a todos los implicados por vuestro buen hacer.


martes, 1 de mayo de 2012

Análisis de la exposición "Andy Warhol: Portraits"

Con motivo de la visita que hace unos días realicé con mis alumnos a la exposición Andy Warhol: Portraits



quiero mostrar aquí la crítica que de ella realizó mi colega y compañero de la Facultad de Filosofía el profesor de Historia del Arte Francisco Javier Lázaro, espero que disfrutéis de ella:

Desde el pasado 26 de enero, lleva abierta, en el Patio de la Infanta de la sede central de Ibercaja, la inédita exposición en Europa sobre algunos retratos del artista estadounidense Andy Warhol. No en vano, es la primera ocasión que estas obras salen del museo dedicado al artista en su natal Pittsburgh, convirtiéndose esta circunstancia en todo un acontecimiento cultural en nuestra ciudad, probablemente, el más significativo del que será escenario a lo largo de este año. Permanecerá hasta el 22 de abril.
En dicha muestra, se recoge un conjunto de obras de variada técnica, formato e intención, teniendo un nexo común temático y genérico, vinculado con el retrato, como así da a entender el título de la exposición. Así, encontramos desde dibujos, sobre todo, de la primera época, pinturas, serigrafías y fotografías, siendo estas últimas manifestaciones de las más características en la trayectoria creativa de su autor, y, por tanto, las mayoritariamente representadas. Y todo ello a partir de un recorrido diacrónico, desde los primeros trazos infantiles, en los años cuarenta, hasta sus fotografías e impresiones serigráficas de los ochenta, protagonizadas por famosos actores de Hollywood, cantantes y personalidades del mundo del espectáculo, del deporte o de la política.
La década de los cincuenta aparece representada por varios dibujos de su época de diseñador de figurines para moda, dedicación profesional en la que permaneció antes de saltar al panorama artístico internacional a principios de la década de los sesenta. De los años precedentes, datan algunos dibujos con retratos de personas pertenecientes al ámbito familiar y a su círculo de amistades, además de autorretratos. Todo ello bajo unos planteamientos de deformación expresionista, que poco tendrán que ver con las cuidadosas y favorecederas tomas fotográficas de los años siguientes, muchas de ellas realizadas por encargo, como enseguida comentaremos.
Pasamos a la década de los sesenta, en que encontramos sus primeras serigrafías, a partir de algunas imágenes que nos revelan otra de las múltiples facetas creativas de Warhol, como sucede con el fotograma de Sleep (1966), una de las primeras producciones audiovisuales de lo que después se ha dado en llamar cine underground, considerando a Warhol uno de sus fundadores y cultivadores. La película, realizada en realidad tres años antes, consiste en la filmación, a través de la técnica de un plano fijo, del sueño del poeta John Giorno, amigo del artista. La imagen expuesta consiste en una gran composición en primer plano de Giorno, resuelta en un depurado blanco y negro. Una obra fotográfico/cinematográfica que tiene mucho de performance, y que será una de las prácticas creativas preferidas por una buena parte de los artistas a partir de ese momento, como ejemplifican Yoko Ono, Vito Aconcci, o Bruce Naumann, entre otros muchos.
Próximos a esta obra, localizamos dos imágenes de Jackie Kennedy (1964), ya en color. No son “retratos al uso”, una actividad de encargo en la que Warhol se especializará, sobre todo, a partir de la década de los setenta obteniendo pingües beneficios fotografiando a las celebrities del momento. En este caso, se trata de imágenes provenientes del mundo de las revistas gráficas, de las que Warhol se ha servido previamente para apropiárselas, definiendo así una de las estrategias creativas más fructíferas y polémicas del arte de la (post)modernidad. Estrategia que entra en colisión frontal con algunos presupuestos centrales asociados al arte aurático -el arte moderno-, en términos del pensador Walter Benjamin, como la originalidad, la autenticidad, por no hablar de la unicidad de la obra artística. En una de las múltiples entrevistas que concedió Warhol en vida, le espetó al crítico David Bourdon: -“Pero, ¿por qué tengo que ser original? ¿Por qué no puedo ser no-original?” Asimismo, en esta obra, así como en el resto que acoge esta muestra, se concreta de manera inmediata otra de las nociones definitorias del pop, y es su carácter de conexión directa con el espectador, su descarado regodeo en la identificación y el reconocimiento de lo (re)presentado, fruto de un denodado esfuerzo por ser claro a los ojos de los demás, dentro de un extrovertido intento de darse a conocer. Una sintomática recuperación de la figuración frente a las prácticas abstractas del expresionismo anterior, la vanguardia con mayúsculas a los ojos neokantianos de su principal defensor teórico, Clement Greenberg: un arte que debía ser complicado, autorreflexivo y esencialmente formalista. Por el contrario, el arte de Warhol, surgido de y destinado a la sociedad destilaba cotidianeidad, temáticas que Greenberg o Dwight MacDonald van a tachar de trivial y banal, acuñando el concepto “kitsch” (que, con el tiempo, y a pesar de su postura en contra, acabará convirtiéndose en una categoría estética de primer orden). En la misma entrevista antes citada, Warhol decía: “Me gustan las cosas corrientes. Cuando las pinto, no intento que parezcan extraordinarias. Me limito a pintarlas como son, normales y corrientes”. De ahí que se mostrara contrario a sesudas interpretaciones por parte de los teóricos, cuyas conclusiones tildaba de “basura”.
Volviendo con las imágenes de la Primera Dama estadounidense, su rostro aparece descentrado en el encuadre, en un extraño gesto sonriente, que contrastará en gran medida con otras imágenes de ésta, tomadas durante los funerales por su marido después del magnicidio, de riguroso luto y con el gesto lloroso, publicadas igualmente en la prensa, y que serán igualmente reaprovechadas por Warhol.
Otra de las estrategias asociadas al pop art, y, en especial, al propio Warhol, y que vemos ampliamente desarrollada en esta exposición, se fundamenta en el procedimiento de la serialización y repetición de los motivos, en este caso, los personajes que inmediatamente reconocemos. Todo ello sustenta, ciertamente, esa pretensión de claridad, de responder a las expectativas del público que está en la base del arte de masas, como Noël Carroll ha señalado en feliz relación al establecer una misma finalidad significativa en el cine clásico de Hollywood, fundamentado en la estructura de géneros, el cual no oculta su eminente intención comercial (al igual que sucedía con el propio Warhol) (“qué personajes quedarán vivos al final de la historia, cuáles se casarán, etc.”). Fórmulas estereotipadas de las que partimos (que deseamos encontrar), y que nos instruyen –también según Carroll- o educan la mirada. Los críticos con esta posición (como los pensadores de la Escuela de Frankfurt) dirán que mediante esta continua repetición de los mensajes se produce una atrofia de nuestra capacidad de reflexión y de imaginación. E incluso de nuestra sensibilidad, como ocurre con las series warholianas dedicadas a la silla eléctrica o a los accidentes de tráfico; imágenes, sobre todo, las segundas, a veces de gran dureza, y que, por efecto de saturación y de la descontextualizaciónacaban perdiendo el sentido de su mensaje original. De este modo, hasta los elementos a priori más desagradables acaban convirtiéndose en un hecho estético.
No obstante, no es del todo cierto que Warhol ofrezca siempre una misma imagen sin variaciones, podemos contemplar leves cambios en ellas a partir de la utilización de distintos colores en los rasgos faciales de los (re)presentados –siempre, eso sí, con una sensual brillantez, de cromatismo plano-, por ejemplo, en labios, contorno de ojos, etc., al igual que sucede con las diferentes poses. Este interés en Warhol por la repetición/serialización se verifica en sus trabajos con la técnica del fotomatón, un procedimiento fotográfico que le fascinaba por su carácter repetitivo y mecánico, y que empleará como “boceto” para otras composiciones de mayor tamaño, o como obra acabada, al igual que harían posteriormente otros artistas, como el austríaco Arnulf Rainer, en su serie Face Farces, de finales de los sesenta, aplicando trazos y manchones de pintura sobre estas fotografías. Un procedimiento similar –aunque no se trate de una imagen obtenida a través de estas cabinas de fotomatón- lo encontramos en la obra warholiana, expuesta en el Patio de la Infanta, en donde aparece la patinadora Dorothy Hamill (1977).
A partir de los años setenta, Warhol va a empezar a utilizar la cámara Polaroid. Es en esta época, cuando se convierte en el fotógrafo por excelencia de los famosos, personalidades del mundo del espectáculo, de la cultura, del deporte o de la política, siendo muchos de ellos amigos personales del artista. Algunos de ellos consagrados, como es el caso de las actrices Jane Fonda, Liza Minelli (de las que podemos contemplar sendos retratos en la muestra), o Farrah Fawcett, escritores, como Truman Capote –igualmente representado con varios ejemplos-, con el que tenía muchos puntos en común, aparte de su homosexualidad: su forma extrovertida de afrontar la vida, o un inequívoco interés por la cotidianeidad como fuente de inspiración para sus artículos y novelas. También encontramos retratos de actores que en los años en que fueron retratados no eran tan populares como en la actualidad, como Arnold Schwarzennegger o Sylvester Stallone.
En relación al uso de la Polaroid, el propio Warhol expone a Barry Blinderman, (en una entrevista que publicó bajo el título de “Mitos modernos” (aludiendo significativamente a otra exposición de retratos fotográficos celebrada por esa época), en la revista Arts, hacia 1981) las razones de su uso, declaraciones que sirven además para comprender la recepción por parte de los retratados, así como las pretensiones del autor:
-P.: “En general, ¿cómo han respondido a los retratos quienes se los encargaron?
-R.: “Las Polaroids son una maravilla porque la gente puede escoger la foto que quiere. Eso facilita mucho las cosas. Además, es una cámara que difumina las arrugas y las imperfecciones”. Poco antes, en el transcurso de dicha entrevista, Warhol había dejado por sentado que siempre intentaba que la persona retratada “quedara bien”.
Estos retratos no buscan el carácter psicológico, de introspección, no hay mayor profundización, son meros objetos dispuestos para ser comercializados, y así fueron concebidos en la célebre Factory. Sobre uno de los muros del montaje expositivo, encontramos la siguiente e ilustrativa afirmación warholiana: “Si quieren conocer a Andy Warhol, basta con que miren la superficie de sus cuadros, mis películas y a él. Y allí estoy. No hay nada detrás”.
Algunos autores han hablado de “cosificación”, del carácter objetual de estas obras, como es propio de las filiaciones (neo)dadaístas del movimiento pop.
La configuración de “iconos”, de mitos y de héroes, algo tan consubstancial a la mentalidad estadounidense está en la base del denominado “sueño americano”, donde todo el mundo podía aspirar al triunfo (los célebres quince minutos de fama que preconizaba Warhol). Esta exposición es clarificadora de esta realidad deslumbrante, a la que Warhol contribuyó y de la que, asimismo, sacó beneficio. En una nueva entrevista, en junio de 1977, con su habitual actitud, no sabemos si propia de una pose provocadora, dentro de lo que se espera de un artista de vanguardia, o llevado por la sinceridad, decía:
-P.: “¿Crees en el sueño americano?
-R.: “No, pero creo que podemos ganar dinero con él”.

Francisco J. LÁZARO
Profesor del Dpto. de Hª del Arte de la Univ. de Zaragoza