domingo, 20 de octubre de 2013

¿Por qué escribimos?

Esta pregunta encierra otra de una dimensión mayor ¿Qué es cultura? No obstante, el acto de escribir determina un aspecto de la producción cultural muy significativo: el desdoblamiento del yo. Es algo que hacemos habitualmente, cada vez que interactuamos con alguien, nuestro yo se posiciona frente a frente intentado representar el papel que previamente nos hemos adjudicado y, posteriormente, valoramos la calidad de nuestra actuación. Dicho comportamiento nos lleva a ir adquiriendo experiencia con el paso del tiempo hasta convertirnos en verdaderos profesionales del mundo del espectáculo.

Habitualmente, este blog va destinado a la difusión cultural en el ámbito educativo, fundamentalmente desde las experiencias promocionadas por el Colegio La Salle Gran Vía y, en especial, desde las disciplinas de Filosofía e Historia del Arte. No obstante, de forma excepcional, quiero aprovechar este espacio para lanzar una reflexión sobre el acto de escribir y, en este caso, sobre las relaciones entre el concepto nietzscheano de "voluntad de poder", la canción de Metallica The Unforgiven y la película de Clint Eastwood Unforgiven.
Es posible entonces, que la clave resida en esta cuestión aparentemente insignificante: ¿por qué escribimos? Y es que al plantear esta pregunta, a la vez, estamos preguntándonos para quién estamos escribiendo. Es decir que siempre escribimos para alguien. Decía el cineasta Lars von Trier, al hilo de su polémica película El Anticristo: "No me debo a la audiencia sino a mí mismo. Hago las películas para mí". Al fin y al cabo ¿no es el yo otro sujeto distinto del que previamente fue? ¿Con cuál de tus lectores vas a poder dialogar más abierta y sinceramente que contigo mismo?

Este ejercicio consiste en algo que de una forma u otra todos debemos hacer de vez en cuando si no queremos que nuestro rol suplante a nuestro ser. Sincerarnos con nosotros mismos, bien sea porque lo hacemos en una conversación íntima con alguien, porque mentalmente repasamos nuestras experiencias momentos antes de quedarnos dormidos o porque cuando nos enfrentamos al papel en blanco lo hacemos completamente desnudos. Sincerarnos con nostros mismos es parte de nuestro ser. La diferencia es el otro y, aún así ¿el mensaje debe ser el mismo? Lo de menos es la manera de hacerlo, lo verdaderamente importante es conocernos lo mejor posible, con nuestras miserias y con nuestros valores. Sentirnos vivos, saber que vivimos y que por eso sufrimos y amamos, hacemos sufrir y nos sentimos amados ¿Sentirse vivo sin el otro? ¿Es posible?

En eso consiste la voluntad de poder nietzscheana, en presentarnos al mundo como somos. Sentimos que ocupamos el lugar que nos corresponde y armados de valor lo proclamamos. Cada pensamiento, cada acción, cada interactuación directa o indirecta conforman nuestro ser, de tal forma que nuestra voluntad de poder nos arrastra por la vida ocupando múltiples escenarios desde los que actuar.

¿Pero acaso hay representación sin norma? Los códigos, las normas, la ley. Ahí está esa otra parte de la producción humana, esa otra parte de la cultura. La que nos da seguridad mientras nos ata, esa parte de la cultura que se erige para garantizar una sociedad más controlada, menos libre...
Nuestra voluntad de poder se resiente, porque nosotros mismos la acotamos hasta asfixiarla y rebajarla a una mera voluntad de vivir.

En The Unforgiven el grupo Metallica canta a la voluntad de poder del niño nietzscheano que no es otro que el Übermensch (Superhombre) que intenta superarse a sí mismo enfrentándose a la vida de forma sincera y amándola plenamente. Superando los convencionalismos sociales establecidos desde la apariencia y actuando sin los prejuicios sustentados en el artificio de los poderes establecidos tradicionalmente por la moral de los esclavos. Esa moral del arrepentimiento y la culpabilidad, la que arrebata la voluntad y secuestra la libertad del individuo en favor del control social. La moral del perdón...


Es en esa lucha vital del niño a lo largo de los años en la que el hombre, que se endurece para soportar los golpes recibidos, va perdiendo la inocencia necesaria para transformar el mundo, para amarlo. La filosofía del martillo de Nietzsche necesita de un nuevo ser humano que sea capaz de construir una vida caraterizada ya por ser una vida sin perdón. La nueva realidad por construir necesita al pequeño artista inocente que todos llevamos dentro de forma natural, ese artista que la voluntad de poder se empeña en sacar de las profundidades de nuestras entrañas y arrojarlo al mundo.

Es de la vida de lo que hablamos en definitiva, es lo que vivimos y cómo lo vivimos. En este caso, el por qué de la vida va implícito en ella misma, pero el cómo nos cuesta aprenderlo toda la vida entera aún a sabiendas de que lo que tenemos que hacer es ser fuertes e inocentes a partes iguales ¿Cómo se hace eso?

domingo, 13 de octubre de 2013

Nueva exposición en La Salle Gran Vía el viernes 18 de octubre a las 18.30 horas

Estamos de enhorabuena, esta semana, tras disfrutar de las exposiciones del grupo cultural CREA y de la exposición sobre el aniversario de los 50 años de PROYDE, la ONG de La Salle, empezamos con "La Guerra del Uno", una exhibición de parte de la obra del artista Adrián Pérez Sabanza.

Decía Paul Klee que "el arte no reproduce lo visible, lo hace visible" y es que, en este sentido, la realidad, inabarcable y desmesurada, fluye en un constante devenir que el arte atraviesa gracias al gratificante ejercicio de la interpretación simbólica que sin pretensión de acotar lo real deja que se desborde inhundándolo absolutamente todo. En esta exposcición podremos reflexionar sobre esto mismo: la unicidad y multiplicidad de la vida, la necesidad del Otro como Uno, el Ser en el tiempo...

¡Nos vemos en el picoteo del viernes a las 18.30 h!


El viernes 18 de octubre a las 16.30 h. empieza el ciclo de cine "La esquizofrenia de la sociedad contemporánea"

El otro día, mientras pensaba en el ciclo de cine para este curso, me asaltó una frase que hace años causó sobre mi un impacto de proporciones incalculables. Tal es así, que hoy en día no sólo me fascina su claridad, sino que me resulta inevitable pensar en la gran verdad que encierra para cada una de las épocas de la historia. 

Fue Friedrich Nietzsche quien escribió en su libro Más allá del bien y del mal que "la demencia es algo raro en los individuos. En los grupos, los partidos, los pueblos y las épocas, es la regla". Y es hoy, cuando escribo sobre las pretensiones del ciclo de cine "La esquizofrenia de la sociedad contemporánea", cuando pretendo trasladar una demanda necesaria: para entender mejor los pequeños demonios que nos acompañan a cada uno de nosotros necesitamos descubrir las demencias sociales imperantes. 

Etimológicamente son dos términos griegos los que dan lugar a la palabra esquizofrenia, schizen (σχίζειν) y phren (φρήν). El primero hace referencia a los verbos dividir o romper mientras que el segundo término se refiere a la razón o la mente y es precisamente eso lo que nos lleva al asunto central cuestionado ¿Qué tipo de alteraciones en la percepción o expresión de la realidad estamos sufriendo? 

Ésta y otras cuestiones serán el eje central del debate posterior a las proyecciones seleccionadas. Unas películas que se esforzarán por transmitir unas evidencias tan claras como endémicas y, por lo tanto, difícilmente subsanables.

¡Qué empiece la función!