martes, 22 de mayo de 2018

Presentación de la Memoria Escolar 2017-2018


Es bueno escribir antes de comenzar algo y, también, al terminarlo. Es una forma de reflexionar sobre lo que esperamos, lo que vamos a poner de nuestra parte y lo que, tras un tiempo, ha acontecido realmente. En las presentaciones de las memorias escolares que cada año entregamos a nuestros estudiantes y sus familias, siempre les invitamos a reflexionar sobre ello y este año lo plasmaremos con estas palabras:

Otro curso está llegando a su fin y aquí tienes recogidos algunos de los momentos más especiales. Esperamos que disfrutes de la Memoria del curso 2017 – 2018, en la que podrás recordar los instantes más importantes del año y los eventos que han hecho de este curso un tiempo único e inolvidable. Seguro que todavía tienes recientes los acontecimientos que sucedieron hace tan solo unos días o semanas, pero entre estas páginas rememorarás lo que durante todo el curso te ha ido acompañando de manera cotidiana en lo que, en realidad, nos hace seres tan especiales, la construcción de nosotros mismos gracias a los demás.

En septiembre nos marcábamos un objetivo de curso, motivado por el lema: TU ALEGRÍA, LA MÍA. Somos compañeros que caminamos juntos superando las adversidades que salen a nuestro paso gracias a los demás, nos alegramos de que "el otro" sea feliz y eso nos llena de satisfacción. El trabajo y el esfuerzo con humildad y generosidad son algunas de las claves de nuestra educación lasaliana y el lema de este curso así lo manifiesta.
Sin lugar a dudas, al sumergirte en las páginas de esta Memoria, te sobrevolarán infinidad de recuerdos mientras una sonrisa se dibuja en tu rostro mostrando esa alegría participada por un objetivo común alcanzado. Aprovecha de vez en cuando para sacarla a la luz y disfrutar de este tiempo compartido con ilusión en LA SALLE FRANCISCANAS GRAN VÍA.

Enhorabuena por la senda que estás transitando con entusiasmo, porque también nosotros y los demás acompañantes que compartimos este tramo de viaje nos estamos alegrando de que así sea.


martes, 1 de mayo de 2018

Danzando con lo más profundo de nuestro ser



El neoclasicismo afrancesado del teatro Arriaga, resguardaba este fin de semana a unas decenas de espectadores de la inclemencia del tiempo. Unos pocos, de ese centenar escaso, buscaban en la tradición de la arquitectura el respaldo necesario para que la danza contemporánea de Boris Charmatz no siguiera la estela de lo que se espera de ella en pleno siglo XXI. El resto, anhelábamos con ilusión que el cielo de color pizarra se abriera sobre nosotros resquebrajando dicha construcción de arriba a abajo. Y así fue.
Desde el inicio, con una declaración de intenciones firme, los "10000 gestes" del Museo de la Danza de Rennes hicieron tambalear los cimientos del arte de tal forma que los que todavía entendían la belleza clásica como clave estética se retorcían en sus butacas hasta que acabaron abandonándolas.
Un árido escenario recogía la proyección de las luces que desnudaban a los bailarines en la minuciosa y exigente recreación de esos 10000 gestos. Qué complejidad desprendía ese despliegue desarticulado de movimientos. El teatro era la caja de resonancia de la muerte del arte en la tonalidad de ré menor del Réquiem de Mozart. Y esa era la pretensión de Charmatz, reflexionar sobre lo efímero.
Desde que nacemos estamos muriendo, y esa expiración continuada queda plasmada en esta danza a través de la reiteración continuada de gestos que nunca se repiten en una secuenciación hipnótica para el espectador. La fugacidad del arte es la de la vida misma.
Cada bailarín es uno y todo, al igual que las emociones percibidas. Todas ellas, convulsionadas, nos muestran los límites del cuerpo del sujeto y del conjunto de la humanidad, los confines del ser se arrojan desde nuestras emociones al abismo de la nada. Cada movimiento se disemina al instante de ser proyectado, toda emoción parece desvanecerse mientras permanece eterna.
Ese movimiento de los cimientos del teatro, que no es otra cosa que el movimiento del mundo, está motivado por unos bailarines que se fusionan con los espectadores en un intento de deconstrucción del espacio-tiempo convencional. Estas categorías no pueden ser pensadas, solamente vividas. Nuestra danza vital, mientras el cuerpo muere y los gestos se agotan, nos eleva como ente social hasta la eternidad. 


Muero, luego vivo.