Ver a Inma Chopo en esta versión de Salomé es toda una oportunidad para los amantes de la cultura en la ciudad de Zaragoza. Bajo la dirección de Juan Vives, la versión (de la versión) de Wilde se reinventa de forma fantástica gracias a la soberbia interpretación y magestuosidad de la danza de la protagonista, magníficamente apoyada por el reto de vestuario resuelto de forma magistral por David Pecatto y, como no, a la fabulosa coreografía de Elias Sobrecasas.
Lo que hace tan bueno a este grupo es lo que muy pocas compañías consiguen, que solo se vea a Salomé. Que el público se olvide de todo lo que le rodea, que es poco y austero ya de por sí, para envolverse en el asfixiante velo de Eros y Thanatos. El gusto decimonónico por esta tensión entre la pulsión de vida y de muerte queda repensado aquí desde la superación de la disnea moderna y enfrentándose directamente con el conflicto postmoderno.
Es inevitable no setir el desasosiego en la utilización de los plásticos como velos que acompañan en la danza y que se adhieren en determinados momentos al cuerpo de la bailarina que lucha por danzar como Dionisos con la vida y que, a la vez, es la tragedia de la propia vida la que le impide seguir por donde tenía previsto. Especialmente interesante parece esa lucha por el control técnico al danzar y el azar que introduce el comportamiento del plástico. Por ello, nos seducen tanto los momentos de agotamiento, de abandono y de éxtasis contenido. Por ello, el beso a la cabeza de Jokanaan queda reinventado, el azar es aquello que nos define sin saber definirlo.
La representación se ha prolongado hasta finales de enero en La Suite Teatro.
Para más información entra en su página web: "Salomé" en La Suite
Es inevitable no setir el desasosiego en la utilización de los plásticos como velos que acompañan en la danza y que se adhieren en determinados momentos al cuerpo de la bailarina que lucha por danzar como Dionisos con la vida y que, a la vez, es la tragedia de la propia vida la que le impide seguir por donde tenía previsto. Especialmente interesante parece esa lucha por el control técnico al danzar y el azar que introduce el comportamiento del plástico. Por ello, nos seducen tanto los momentos de agotamiento, de abandono y de éxtasis contenido. Por ello, el beso a la cabeza de Jokanaan queda reinventado, el azar es aquello que nos define sin saber definirlo.
La representación se ha prolongado hasta finales de enero en La Suite Teatro.
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