jueves, 11 de junio de 2015

La cultura del sacrificio

El sacrificio, como otros muchos conceptos relevantes de nuestra sociedad, es una creación de la propia cultura. Me explico, entender el concepto "sacrificio" va más allá del acto en sí mismo de sacrificar algo si uno no es consciente de que lo está haciendo. Es decir, en algún momento, el ser humano empezó a entender que la renuncia a algo importante podría conllevar un beneficio mayor o más trascendente y le otorgó un valor añadido al propio acto y a la decisión previa de llevarlo a cabo. Todos en nuestras vidas hemos realizado sacrificios y, en muchos de los casos, nos hemos sentido orgullosos de realizarlos a la hora de tomar la decisión y recompensados tras comprobar que ese valor añadido, mayor y más trascendente que esperábamos obtener a cambio, llegaba hasta nosotros. 

He aquí mi primera pega, no soy persona que se identifique con el orgullo y la recompensa. Más bien intento rehuirlos en la medida de lo posible. Por esto mismo me gusta esforzarme más que realizar un sacrificio, lo natural es realizar un esfuerzo para conseguir algo, lo artificial es teñir de renuncia y abstinencia el cosustancial esfuerzo para transformarlo en algo más elevado de lo que en realidad es.

Mi segunda pega y la que más me preocupa, la debilidad. Ya es costumbre en nuestra época ver con frecuencia ejemplos de profunda debilidad estructural entre las personas que nos rodean. Lo dice alguien al que no le preocupa llorar y que, en las ocasiones que lo requieren, así lo hace. Y es que no me refiero a una cuestión de apariencia, me reitero: es una cuestión estructural. Muchos de los individuos que producimos socialmente no están preparados para el naufragio de la voluntad débil, el malintencionadamente llamado "fracaso". El "yo quiero", sin esfuerzo, pasa a convertirse, bajo desesperación, en el "yo quiero" a cambio. Pero estos imperativos condicionales e hipotéticos no son garantía del también malintencionado "éxito". De tal manera que el débil, orgulloso de su sacrificio, esperará la recompensa por él mismo y, si ésta no llega, reprochará desesperado las injusticias de un mundo que nuca le prometió nada a cambio que no fuese la más áspera realidad: hay que luchar para vivir dignamente, pero esperar una recompensa a cambio nos despojaría de esa misma dignidad.

1 comentario:

  1. Sin el poder de la VOLUNTAD no hay nada. Si buscas una compensación corrompes ese poder.Es una actitud que mira hacia dentro. El sacrificio con miras al materialismo separa la esencia del acto de poder y lo vuelve una herramienta utilitaria. Primero es el Ser y después el disfrute. En ese orden.

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