En el ámbito de la Educación, hace
tiempo que se viene hablando de la necesidad de formar a los futuros ciudadanos
para un mundo que está en constante cambio. Esta afirmación encierra muchas problemáticas
que debemos ir resolviendo con el cuidado que ello merece.
En primer lugar, hay que tener en
cuenta que las características del cambio también mutan. El número de
transformaciones que sufre nuestra sociedad aumenta con un carácter casi
exponencial y, en muchos casos, no siguen la misma dirección. Incluso, no es de
extrañar encontrar una nueva tendencia social que invierta en unos años el
sentido de su marcha. Todo ello contribuye a la constitución de lo que en
anteriores ocasiones hemos llamado "la esquizofrenia de la sociedad
contemporánea". Cuando se acepta como razón social la lógica del consumo,
las variaciones en los intereses del mercado se convierten en variaciones del logos social y se asumen como propias.
La segunda cuestión a tener en
cuenta, es intrínseca. Formar en estudios primarios y medios es una de las
tareas más nobles de la humanidad. En el proceso, el aprendizaje de lo
académico va ganando importancia a medida que la construcción personal de los
individuos va tomando forma. Por ello, es en estas etapas educativas donde
debemos de invertir más tiempo, esfuerzo y dinero, además de planificar mejor
los objetivos a alcanzar. Es más, la piedra angular sobre la que debemos
asentar esta planificación consiste en desentrañar qué significa "formar a
futuros ciudadanos". Señalado ya cómo opera el cambio en la actualidad, la
cuestión que nos planteamos es si los ciudadanos que salgan de nuestras
escuelas deben servir a esa lógica de trasformación o, por el contrario, tienen
que estar preparados para adecuarse a las exigencias sociales mientras intentan
generar diferentes sinergias a través de nuevas propuestas. Aquí es donde
encuentra su sentido la innovación educativa basada en la creatividad, en la
constitución de individuos con una identidad social que les lleve a trabajar de
manera cooperativa buscando ser más competentes y mejorando el mundo en el que
viven. Es importante entender que los cambios sociales afectan a los
individuos, pero se convierte en trascendental conseguir que sean los
individuos los que contribuyan a la gestación de los cambios sociales que
contextualicen el futuro más inmediato.
Como se menciona unas líneas más
arriba, esto es algo que sabemos desde hace tiempo. No obstante, la sociedad
española ha tardado en reaccionar y es ahora cuando se empieza a exigir a las
administraciones que, en materia educativa, plasmen estas necesidades en una
ley digna de una sociedad del siglo XXI.
Ante esta panorámica y mientras a
nivel general se determinan las bases de la educación del futuro (aunque ya
hace tiempo que es presente), La Salle hace más de diez años que empezó a
trabajar mediante Aprendizaje Basado en Proyectos. El recorrido no ha sido
fácil, pero tras mucha implicación y esfuerzo por parte de todos, hoy en día,
proyectos como SEIN (SEcondary INnovation) están tan vivos y son de tanta
utilidad que van a servir de motor de cambio de lo que hemos venido a llamar
Nuevo Contexto de Aprendizaje (NCA).
Detrás de las siglas NCA tenemos
integrados todos los Programas que La Salle ha desarrollado en esta década y
que, tras ser testados y evaluados convenientemente, ahora quedan recogidos en
una oferta educativa integral. El aprendizaje teórico es puesto en práctica
para que los alumnos puedan entenderlo mejor y, por lo tanto, disfrutarlo para
siempre. El mindfulness, el aprendizaje cooperativo, la resolución de problemas
de carácter interdisciplinar, la mejora de la capacidad textual, la propuesta
creativa, el enriquecimiento de los procesos lógicos, la mejora del
entendimiento y el perfeccionamiento de la expresividad escrita y oral están
detrás de este Nuevo Contexto de Aprendizaje que busca que nuestros estudiantes
sean tan competentes en el futuro que mejoren este esquizofrénico mundo que
nosotros les hemos legado.
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