miércoles, 18 de octubre de 2023

Guía para visitar Roma en 4 días

 Este curso, hemos creado esta web como uno de los proyectos de la clase de Historia del Arte para que sirva como complemento a la guía que los alumnos de esta asignatura van a preparar para el resto de sus compañeros en el viaje de estudios de 2º de Bachillerato.

La idea es que cualquier persona pueda acceder a ella y beneficiarse de su contenido. 

¡Disfrutad!


Click aquí: guía para 4 días en Roma

 

 

miércoles, 27 de mayo de 2020

A propósito de Woody Allen

La autobiografía de Woody Allen, A propósito de nada, son más de cuatrocientas páginas en las que el personaje, forjado a lo largo de sus 84 años, se sincera consigo mismo. Ahí radica lo estimulante de su relato, la sencillez con la que se aproxima a los acontecimientos de su vida, por muy lejanos que algunos sean.

Como él, yo también soy sagitario y, a los que me conocen, les sorprenderá esta afirmación porque realmente no sé muy bien qué significa. Algo así señala también el protagonista del libro en una parte del mismo. Es una coincidencia, ¿pero de qué más podemos hablar? Especialmente cuando, buscando información sobre los nacidos en diciembre, constatas que somos grandes estudiosos y también fantásticos deportistas, buenos amantes y muy alegres, optimistas, honestos, sinceros, abiertos a nuevas experiencias y al constante aprendizaje. Tras mucho indagar, he encontrado algún pero, somos muy exigentes con nosotros mismos y, por ello, también con los demás. En fin, es lo que tiene que tu padre sea de los de celebrar la entrada de la primavera con todo tipo de rituales hacia tu madre, la cual no resultó ser una vestal. Supongo que el resto de signos zodiacales se habrán quedado con las cualidades más nefastas. Es difícil jugar al póker con una mala mano, pero hay que intentarlo.
La ironía de la vida rezuma por los poros de cada página de este testimonio de más de un siglo. Allen empieza hablando de la vida de sus abuelos para terminar manifestando la debilidad que siente por sus hijas.
Devorarlo, resulta inevitable al abrir la primera página de este compendio de una vida que se ha vivido con una sensibilidad propia de un sagitario (al menos de los que describen los horóscopos).
Como es habitual, aquí también niega en repetidas ocasiones ser un genio. Escribe que solamente se dedica a hacer lo que le gusta y disfrutar con ello en la medida de lo posible. Ese ha sido su leitmotiv vital. Pero, precisamente, eso es lo que hacen los genios. Lo único que no está en su mano es decidir si lo son. De ello se encargará la propia sociedad y la posteridad. Dos cosas de las que huye al reconocerse misántropo e importarle poco si pervive en el imaginario colectivo.
Las páginas pasan tan deprisa que sientes cómo te sumerges en una nueva película compuesta por los fragmentos de las imágenes de toda su obra ¿O podríamos decir de toda su vida?
La construcción del personaje y el hombre van de la mano. Woody Allen es una persona de carne y hueso, pero ¿y eso, qué más da?
Se conoce tanto de su vida, que cuando viajamos a Nueva York, sabemos dónde encontrarlo. Guiado por el siguiente razonamiento, yo nunca lo he hecho. Y sé que puede resultar tentador, para los que le idolatran, acercarse a él e intentar hablarle. Pero realmente eso no importa. Cuando uno admira lo que otro hace, es mejor no decepcionarse con la realidad. No me interesa la vida de Woody Allen, a él tampoco la mía. Aunque la diferencia importante entre ambas posturas es que a mí me fascina cómo la muestra y él ni sabe que existo. He aquí una de las razones de la misantropía reconocida. Pero hay muchas más.
Muchos habrán comprado sus memorias movidos por el morbo. Una lástima, no les devolverán el dinero. El propio Allen reconoce hablar más de lo que le hubiera gustado sobre el clan Farrow, pero lo hace de una forma tan sutil y siempre tan vinculado a la devoción que siente por su actual mujer, que nada consigue que naufrague hacia un abismo de odio. Más bien todo lo contrario.
Decepción, eso sí que está presente especialmente en la parte final del texto. Los que alguna vez nos hemos visto sometidos con crueldad al escarnio público sabemos lo que significa sentirnos decepcionados, especialmente cuando los ataques con más saña provienen de personas cercanas.
No soy capaz de imaginar la presión social y mediática a la que Woody Allen y Soon-Yi se han enfrentando durante casi treinta años, pero si a un mindundi como yo le ha pasado a una escala infinitamente menor y resultó ser muy decepcionante, ¿qué habrá supuesto para uno de los iconos de la cultura contemporánea?
Yo lo podría resumir en dos anécdotas vitales. La primera fue hace tiempo, cuando trabajaba de repartidor de material eléctrico con una pequeña furgoneta para costearme los estudios universitarios y llevar algo de dinero a una casa donde los problemas económicos estaban invitados a comer todos los días. Bien, pues uno de esos días en lo que todo parece ir genial en el trabajo, tienes poco reparto, así que no tienes que jugarte la vida en cada esquina simulando ser Fernando Alonso, puedes acabar pronto de trabajar y volver temprano a la tienda para dejar la furgoneta acaba torciéndose cuando, de repente, se alinean los astros y te cruzas con Terminator, jubilado, pero Terminator. La situación es la siguiente, estoy pasando muy despacio por un semáforo que empieza a parpadear justo cuando, por la lentitud de mi marcha, acaba poniéndose en rojo. Terminator, que considera eso la mayor injusticia que haya contemplado jamás (o eso pensaba yo que era un pardillo y caí en su trampa), decide golpear la furgoneta varias veces y de forma estentórea. Yo, que voy con mucha precaución y mirando por el retrovisor al ver que el supuesto anciano se aproximaba demasiado al vehículo, descubro reflejado en el espejo ese pequeño acto de vandalismo. Recuerdo que la furgoneta era de la empresa y mi jefe tenía la costumbre de hacernos pagar los desperfectos ocasionados en tiempo de trabajo. Pero la anécdota que quiero usar no era con respecto a mi antiguo jefe, aunque tengo más de una que podría servir. Tiene que ver con Terminator, el auténtico y genuino. Schwarzenegger, al fin y al cabo es un blando y acaba ayudando a los inocentes, el protagonista de mi historia ya estará controlando el cotarro en el infierno. En fin, retomando la historia que os contaba, mi sorpresa fue que al bajar para comprobar si había algún desperfecto en la chapa al que tuviera que hacer frente con mi escueta economía, me encuentro a un furibundo haciéndome gestos amenazantes acompañados de insultos propios de un hooligan profesional. Yo, un atlético joven de 20 años pero más inocente que un mendrugo, le contesto también con un par de rebuznos, me vuelvo a subir a la furgoneta y me marcho a la velocidad propia de otros días que en inicio parecían menos apacibles. Lo mejor está por llegar. Al entrar en la tienda de electricidad, la noticia. Ha llamado la policía diciendo que la furgoneta matrícula "x" ha sido denunciada por atropello. Y en nada me vi rodeado de abogados de la compañía de seguros diciéndome que Terminator había tenido la mala suerte de ser atropellado 9 veces anteriormente. Ingenuo de mí, pensé, perfecto. Nadie puede tener tanta mala suerte y el juez nunca creerá que yo había tenido el privilegio de redondear la cifra a 10. Ese día recibí una gran lección de cómo funciona la sociedad, hasta ese momento entendía como funcionaba la vida, pero son cosas muy distintas. Él tenía un papel del hospital diciendo que ese día le habían atropellado y que, como consecuencia, le dolían las cervicales (lesión que no puede mostrarse médicamente de ninguna manera y solamente es fiable a través de los dolores que dice padecer el paciente). Por otra parte, los abogados de mi compañía sabían que Terminator iba a llevar testigos falsos y que, por lo tanto, o encontraba alguien que respaldara mi versión o no habría nada que hacer. Ya os podéis imaginar el desenlace. El seguro de la furgoneta acabó llegando a un sustancial acuerdo económico para Terminator y a mí tardaron poco en enseñarme que, sin trabajo, la vida y la sociedad vuelven a ser lo mismo.
Allen ha experimentado en repetidas ocasiones situaciones de este tipo que te hacen sentir hasta dónde llega nuestra vulnerabilidad como personas. En su libro cuenta una historia graciosa sobre una mujer que le acusaba de ser su marido fugado pero con otro nombre. No obstante, eso lo dejo para que os deleitéis con el texto original.
Por muy mezquino que os parezca lo acontecido en mi primera anécdota, no deja de ser un asunto legal al que no te ves expuesto socialmente. Pero mi segunda historia os acercará a la misantropía alleniana de una forma inevitable. Aunque, insisto, estando a años luz de lo que Woody Allen y Soon-Yi habrán tenido que soportar.
El morbo, es el panel de control de nuestra mediatizada vida. Hoy en día los titulares no resumen la idea principal del texto para que el lector sepa si le interesa. Son anzuelos para que se interese y entre en el enlace aumentando la cantidad que engordará las estadísticas. ¿Y cuál es el cebo que se utiliza para ello? El morbo.
Ir contra la moral establecida, tiene sus consecuencias y, en mi caso, el sentimiento de culpa que debía surgir al enamorarme de una mujer 16 años más joven que yo se había ido a comprar tabaco y todavía no ha vuelto (sigo esperando). Efectivamente, soy de los que cree que la edad no importa cuando buscas a alguien con quien pasar felizmente una parte de tu vida. Esto supuso un problema añadido a la otra alteración moral, años atrás ella había sido mi alumna. En realidad en aquella época apenas intercambiamos una o dos conversaciones meramente profesionales, pero ¿y qué más da? Los elementos perfectos para una historia morbosa ya estaban sobre la mesa y solamente había que mezclarlos convenientemente para producir un nuevo entretenimiento social con el que animar las aburridas vidas de los demás. Imaginad la dificultad a la que nos tuvimos que enfrentar en un principio, pero como dice Woody Allen en sus memorias, eso seguramente nos unió más y, desde luego, nos hizo más fuertes. Nos queríamos y lo demás nos daba igual y, aunque hoy en día nuestras vidas han seguido caminos separados, lo que aprendimos el uno del otro nos definirá como personas durante el resto de nuestras vidas. Hoy mismo le he recomendado que lea este libro ya que estoy seguro que lo disfrutará. En A propósito de nada puedes leer que "es como estar jugando al póker con una escalera real en la mano. Te mueres de ganas de que todos hagan sus apuestas y de que muestren las cartas".
Sin embargo, ya os he contado como es el ser humano y lo que le cuesta dejar de ver las machas en la chaqueta del camarero que está sirviendo. Woody Allen, en su vuelta a la palestra a partir del mal aprovechamiento que algunos hicieron del #Metoo, destaca que hubo ciertas personas que le apoyaron a pesar de arriesgar su imagen y otras que no lo hicieron por miedo a lo mismo. Pero la parte que me parece relevante en todo esto es aquellos que hicieron algo que en la sociedad de hoy cuesta encontrar. Es el caso de Elle Fanning que, cuando se vio presionada por la prensa para posicionarse contra Allen, respondió que "ni siquiera había nacido cuando se formuló aquella acusación y que no tenía ninguna opinión al respecto". ¿Tanto cuesta decir que no sé sobre ello y que por lo tanto no puedo opinar? Yo no sé si Allen es inocente o culpable, sólo sé que hace casi treinta años un juez estimó que no había indicios suficientes como para declararlo culpable basado en los informes del Child Sexual Abuse Clinic del Yale-New Haven Hospital que determinaron que las acusaciones eran inconsistentes y estaban creadas probablemente bajo presión de la madre. Puedo pensar que los informes del hospital o la sentencia del juez son erróneas, pero los datos que tengo para posicionarme son esos. 
Los que sabemos de manchas esperamos que con el tiempo vuelvan a salir. Cada cierto tiempo hay que estar preparado para que las nuevas, además, sean mayores y vengan de cualquier lugar inesperado. La última que he detectado viene salpicada por un compañero que, apoyándose en su propia mediocridad, ha decidido inventar directamente una nueva historia todavía más morbosa en tiempos en los que la verdad no importa. La decepción, como dice Woody Allen, viene especialmente por parte de los que, cercanos a ti, escuchan la mentira y contribuyen a propagarla.

Leed A propósito de nada, como cualquier obra de Woody Allen, os servirá para abrir la mente ya que, en realidad, ninguno podemos ser sagitario de nacimiento.

martes, 31 de marzo de 2020

El vértigo de nuestra época

El fin de semana nos hemos reunido unos amigos de forma telemática para pasar un buen rato. Nada fuera de lo normal estos días. Sin embargo, que la filosofía fuese la piedra angular sobre la que apoyar nuestra excusa para escucharnos, llama algo más la atención. La pregunta es: ¿por qué? 
Si nuestra especie siempre se ha caracterizado por preguntarse por lo trascendente, ¿por qué debería sorprendernos un encuentro de estas características ante el vértigo que genera nuestra época?

Hace trece años publiqué un texto que comencé con una cita de El hombre unidimensional de Marcuse y que hoy viene bien recordar:


Dejamos de interesarnos por el mundo buscando refugio en la virtualidad, escribía en el 2007. Hoy, lo reafirmo. Pero lo hago a sabiendas de la oportunidad que brinda la pandemia que nos asedia. Toda amenaza a superar, nos permite hacerlo para mejorar, aunque no es la única posibilidad. Así que, cuando el desafio afecta a toda la humanidad, la posibilidad de progresar (o no) también es global. 

Nuestro encuentro filosófico comenzó con un brindis con vino celebrando el privilegio de lo cotidiano. Este acto dionisíaco al más puro estilo de Nietzsche, parecía un preludio de las sospechas que este autor auguraba. El nihilismo, que con él llamaba a afirmar la vida de manera plena, ahora, desde la perspectiva neoliberal de la sociedad del bienestar, ha vuelto a enmascarar la auténtica vida. Hemos tomado por real lo que no lo era y cuando la vida, desde la tragedia, hace acto de presencia, nos parece irreal que no podamos controlarla. 

No obstante, aunque el ser humano que estaba por llegar para el autor alemán, todavía lo estamos esperando, hay una nueva ocasión para constituir, desde la voluntad de poder, un espacio para la inocencia del superhombre (Übermensch) que Nietzsche atisbaba. Un punto de partida donde no haya lugar para el arrepentimiento, donde se entienda que avanzar solamente es posible desde el error. Porque afrontar el dolor nos lleva a aprehender la vida, a embriagarse de ella, a vivirla.

La inmediatez de nuestras experiencias más cotidianas es tomada como real sin preguntarnos por la auténtica puesta en escena de lo que estamos viviendo como tal. Únicamente nos preguntamos por nuestra existencia cuando lo acontecido escapa a nuestro control y evidencia nuestros límites. Las nuevas deidades económicas y tecnológicas que, como Apolo, pretendían encubrir la verdadera realidad, vuelven a fracasar en el intento de encumbrarnos con un halo de inmortalidad. 

Nuestro egoismo narcisista que nos ha llevado de nuevo a pender de un hilo, hoy se ve reflejado ante el espejo de la realidad más trágica para obligarse a pensar en la salvación del otro como en la de uno mismo o, por contra, a sumirse en el vacío existencial del sálvese quien pueda.


lunes, 8 de abril de 2019

Filosofía para habitar la hiperrealidad

Nos hemos acostumbrado a mirar el  mundo que nos rodea a través de una pantalla. La realidad aumentada no es más que uno de los últimos ejemplos de la construcción ontológica a la que nos vemos abocados. Las nuevas tecnologías en nuestra sociedad de la información abren extraños prismas a través de los que acceder a una sucesión de imágenes que constituyen el simulacro de lo real y nuestra sobreexposición estética contemporánea nos llega a aturdir por el exceso de imágenes al que nos vemos sometidos. La desbordante cantidad de información que se transmite a través de los diversos medios de comunicación hace que los espectadores asumamos nuestra incapacidad para comprender el curso de los acontecimientos y asistamos a la aceptación de una ignoracia social manipulada desde las esferas de los nuevos poderes establecidos. 
El valor de la inmediatez se impone y la necesidad de atender a lo que está pasando en el momento, asfixia la posibilidad de pensar con perspectiva puesto que la urgencia de lo actual consume el espacio necesario para entender la causalidad del acontecer ontológico.
Es aquí donde radica la importancia de la filosofía. Nuestra sociedad del espectáculo reclama modelos de pensamiento capaces de operar con la ambigüedad y la complejidad que la caracterizan. Las fronteras entre el ser y el parecer se han difuminado y, en muchas ocasiones, ya no nos relacionamos directamente con la realidad, sino con la imagen que previamente nos hemos forjado de la misma. Los medios de comunicación nos están educando para valorar nuestro contacto con los demás en función de si están a la altura de la imagen que nos habíamos hecho de ellos. 
Por ello, la filosofía, hoy más que nunca, debe educarnos en la exigencia de nuestro propio reconocimiento personal y social.


lunes, 10 de diciembre de 2018

Recordando a Kant 70 años después de la Declaración Internacional de Derechos Humanos

La Declaración Internacional de Derechos Humanos adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas hace 70 años, en su primer artículo, señala que "todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros."
Esta es la principal razón por la que el resto de artículos no pueden alcanzarse, nuestros representantes políticos no creen en ello y, además, conscientes de su ausencia de compromiso, intentan convencernos de que sí lo hacen.
Para Kant, la paradoja de ser libres en tanto que realidades nouménicas y no serlo en tanto que realidades fenoménicas nos lleva a una "insociable sociabilidad" que debemos resolver a través del Derecho. Ese camino lento hacia la libertad en paz perpetua ha de alcanzarse en el transcurso de la Historia gracias a una sociedad que, una vez ya creada, cede la custodia de la libertad al Estado. 
No obstante, en esa tarea abierta en la que nos encontramos, la solución queda lejos todavía. Necesitamos una relación exterior entre los estados cuyo modelo de organización sea operativo para los políticos estatales e internacionales. De momento, estos mal llamados líderes no están en disposición de orientar a nadie ya que creen estar por encima del resto de la humanidad y así no se guía, en todo caso se impone.
Es urgente constituir ese cuerpo político que Kant reclamaba, ese cuerpo político multinacional (civitas gentium), donde cualquier conflicto bélico sería tomado como una guerra fraticida y donde toda la humanidad (como un único estado) estaría involucrada en su impedimento. 
Por último, la democracia debe ser real para que este modelo funcione. Debemos sentirnos partícipes políticamente mediante un verdadero modelo representativo que legitime la actuación de los que ahora encabezan las organizaciones internacionales para su propio interés en lugar de para la salvaguarda del resto de la humanidad.

No basta con parecer democráticos, debemos serlo.

lunes, 3 de diciembre de 2018

La voluntad de no ser

La voluntad de no ser me asalta como el empeño en lo que no puede existir, no como aquello que se quiere pero no se da, más bien lo que sé que deseo y pretendo no querer. El deseo como inevitable que no sucede y la espera de que ocurra haciendo lo posible para que no acontezca. Pase que no sea porque no debe suceder, pero no debe evitarse lo que es y no se quiere reconocer. Lo que se da, es por razones que no se deben al sujeto, por ello, no es factible ocultar lo revelado como esencia acontecida e ineluctablemente considerada.

También soy lo no reconocido.

viernes, 17 de agosto de 2018

El pequeño Billy

Cuando al pequeño Billy le preguntaban por qué era así, nunca sabía exactamente a qué se referían. Era una cuestión que le planteaban con frecuencia. Lo poco que tenía, realmente muy poco en muchos momentos de su vida, nunca le satisfacía si no era compartido con los demás.
¿Cómo explicarlo? No existían palabras para su generosidad pero siempre le venía a la cabeza aquella tarde de invierno en casa de sus abuelos. Celebraba su cumpleaños rodeado de regalos. Mientras desenvolvía uno de ellos, preguntó a su madre: "¿podemos entregarlos a los niños que no tienen nada? Yo disfruto de muchas cosas que realmente no necesito." 
Lo que a su madre le pareció algo entrañable, en el resto de la familia causó estupefacción hasta el punto de intentar por todos los medios desterrar ese pensamiento de su cabeza. Las palabras de su abuela, que en ese momento no llegó a entender, se repetían en su mente de manera constante: "Lo que es tuyo es solo para ti." Años después descubriría que esa frase resumía, en esencia, la falacia que el mundo capitalista introdujo como piedra angular de una nueva y errónea manera de pensar.
Con el paso del tiempo, nunca abandonó la idea de ayudar a los demás. Su vida, desde la infancia, fue especialmente complicada, lo que le forjó un carácter férreo y una mentalidad fuerte. Por ello, sentía el deber de ayudar a los más desfavorecidos. Siempre se ponía del lado de los más débiles y se jugaba el tipo por aquellos que no tenían nada, como él. No tener nada y tener tanto a la vez.
Atesoraba, por ejemplo, ese apodo que le pusieron sus amigos, desde pequeño, casi su única familia exceptuando a su hermana y a su prima. Realmente, no tenía nada que ver con su auténtico nombre, pero, en definitiva, no existe nada más real que lo que te acompaña el resto de tu vida.

Por eso mismo, el apodo pasó a ser pseudónimo. El ahora intrínseco Billy había trascendido el tiempo. Su fortaleza deconstruía la realidad circundante, como su madre le enseñó a hacerlo. 

Hoy, no obstante, muchos dicen de él que es demasiado fuerte para una sociedad tan frágil.