martes, 29 de noviembre de 2016

Este hombre, por una parte, cree que sabe algo, mientras que no sabe nada...

Por otra parte, yo, que igualmente no sé, tampoco creo saber nada.

En la apología que Platón escribió sobre su maestro, señalaba de esta forma cómo Sócrates reconocía la dificulad de saber algo con certeza. Y todo ello, teniendo en cuenta que estos autores creían en la existencia de verdades absolutas.

La base de tal pensamiento se encuentra en la preocupación por saber y entender cómo es el mundo en el que vivimos. En la actualidad, cuando dedicamos una buena parte de nuestras vidas a conocer más y mejor, a leer, escribir y pensar o a estudiar e investigar, pretendemos realizarnos en nuestra imperfección. No creemos que vayamos a saberlo todo, de hecho, cuanto más avanza nuestro conocimiento menos absolutos nos volvemos y más certeza tenemos de nuestra ignorancia. Tener constancia de todo lo que hemos aprendido a lo largo de nuestra vida y el ingente espectro de posibilidades que ese conocimiento abre, nos hace tomar conciencia de la dificultad de una única respuesta verdadera.

Ante la posibilidad de encontrar como solución un relativismo y/o escepticismo epistemológico que abogue por la opinión basada en el todo vale como única salida posible, hoy, más que nunca, debemos exigirnos el esfuerzo por aprender y, desde la humildad, reflexionar. Debemos relativizar, sí, principalmente nuestras afirmaciones, debemos dudar de nuestros pensamientos y estar dispuestos a la autocrítica de los propios juicios.

Sin embargo, hoy en día pocas veces se cumple esto. Es más, si alguien se atreve a invertir su tiempo en conocer cómo es el mundo en el que vive y a no sostener con rotundidad sus investigaciones frente a los demás, se arriesga a sufrir el desprecio por parte de aquellos que no dudan porque no piensan, no leen, no estudian, ni indagan, solamente opinan movidos por su propio ego ignorante y desinformado.

Por ello, parece necesario luchar por una sociedad que no promueva el egoismo, la egolatría, la ignorancia y las desinformación. Porque en una sociedad con estas características es más fácil controlar y manipular desde las distintas esferas de poder utilizando la democracia para legitimar dichos poderes. ¿Cómo? Entendiendo que, como todo es relativo, cualquier opinión tiene el mismo valor (o menor si es compartido por menos gente), independientemente de que esté basada en la preocupación por saber o en la aceptación de la desinformación repetida constantemente. Y porque esa repetición se volverá a escuchar en boca de aquellos individuos protegidos en una masa que comparte las conclusiones que se les ha inculcado y que ha sido perversamente propiciada por los poderes mencionados anteriormente.

1 comentario:

  1. Navegando por la web encontré éste "articulo" y me pareció sumamente interesante, sobre todo el hecho de que mucha gente prefiere quedarse atrapada en la ignorancia por que les es más fácil vivir así, definitivamente es una razón por la cual la sociedad decae por su propia conformidad

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