martes, 6 de noviembre de 2012

Exposición “Fragmentos de un Todo”, de Pablo Morales



         El próximo jueves, 8 de noviembre, a las 18 h., inicia su andadura la Sala de Exposiciones del Colegio La Salle F. Gran Vía. Lo hace con vocación de ampliar la oferta expositiva en nuestra ciudad, especialmente para dar a conocer a nuevos nombres que, desde las artes plásticas y la fotografía, quieren hacerse un hueco en el restrictivo entramado de la exhibición y el mercado artísticos.
         La exposición inaugural se basa en varias obras del escultor y diseñador gráfico Pablo Morales, que, a pesar de su juventud (veintiséis años), ostenta en su particular currículum haber participado en sendas muestras de carácter internacional Open Art Fair (Utrecht, Holanda, 2010) o La huella del Sonido, (Gaillac, Francia, 2010), así como haber obtenido varios galardones a nivel nacional.
          Los trabajos que tenemos la oportunidad de contemplar plantean un concepto plástico, a pesar de ser esculturas, esencialmente bidimensional; están pensadas para ser colgadas de la pared, aportando una pauta nueva en el quehacer de este artista, que hasta ahora había practicado una obra caracterizada por la presencia del volumen, es decir, el predominio de las tres dimensiones, lo que permitía rodear enteramente las piezas, apareciendo sostenidas por el preceptivo pedestal. No obstante, sí que es cierto que, aun en estos casos, observamos una cierta tendencia a bidimensionalizar la pieza escultórica, en la que parece predominar una visión frontal ideal para el espectador, tal como pudimos comprobar en el trabajo que presentó para la exposición Arte para un Compromiso, celebrada el verano pasado en la Sala del Cuarto Espacio Cultural de la Diputación Provincial de Zaragoza.
         Son obras están compuestas de figuras geométricas simples, definidas, en algunos casos, a partir de un módulo cuadrangular que determina paralelepípedos que otorgan, a su vez, un mayor grosor a los elementos, más contundencia, aunque la impresión general es de bastante ligereza. También está presente el círculo y la esfera, la curva, que ofrece una ruptura más dinámica al carácter ortogonal predominante. Regularidad, proporción, ritmo contenido y armonía son nociones que podemos apreciar con su visionado, cualidades que se asocian con la música, como el artista ha buscado conscientemente en otros trabajos a lo largo de su trayectoria, aflorando una sugerente interrelación de implicaciones sinestésicas: la vista y el oído confluyen en una comunión de formas rítmicamente modeladas y sonidos latentes, como propusiera el artista venezolano Jesús Rafael Soto, entre otros muchos que han trabajado sobre estas relaciones.
        También se materializa la idea de trazo (casi un auténtico estilema del autor, por la abundante presencia en el conjunto de su obra), de forma fluctuante en el espacio, de perfiles y extremos profundamente agudos, que encabalga y conduce la atención hacia los dos términos de la composición. Trazo a modo de gesto expresionista, de pincelada en el espacio, como si se tratara de pura caligrafía de procedencia oriental. Ciertamente, estos trabajos adquieren resonancias cercanas al ascetismo zen, y como un jardín o un poema haiku, son de una pureza reduccionista que a nadie deja indiferente.

Simplicidad y economía de medios, correspondencia entre materia y espacio, factor último que también desempeña un papel determinante desde el punto de vista plástico, de completamiento, integrándose en el conjunto, o de separación, asumiendo identidad propia como vacío.


Asume así el artista una de las constantes y más fructíferas preocupaciones de la escultura contemporánea. En este sentido, no oculta deudas con las aportaciones de la tradición en este campo creativo: desde el geometrismo propio de los constructivistas, hasta la concreción de sus continuadores y herederos, los minimalistas (nos vienen a la mente nombres como Carl André), por no hablar de la experimentación y combinación de los materiales (hierro oxidado que da a las piezas una cualidad cromática a partir del degradado, junto a la madera y el acero pulido), así como el énfasis en la geometría más simple que desarrolla el movimiento Pintura-Pintura (Gonzalo Tena o José Manuel Broto, etc.).
            Se trata, en suma, de un conjunto de bastante homogeneidad, que nos presenta un concienzudo estudio sobre la forma, y que, en sintonía con su reduccionismo y ausencia de cualquier elemento descriptivo, se orienta más hacia la connotación que a la denotación.  

Francisco Javier Lázaro
Comisario de la exposición

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